Nuestra península es una zona mágica, de increibles y maravillosas coincidencias, dónde literalmente se juntan y combinan elementos que se antojan imposibles, alebrijes culturales, culinarios, musicales, geográficos, históricos, mitológicos, que a ratos hacen palidecer hasta el “Aleph” de Borges, es imposible reducir su sentido a una frase, su historia a un momento, o su alma a un sabor.
Surgen así, aquí, obsesiones, muestras de todo tipo que van dejando evidencia y marca en quien se asoma de este lado, porque es imposible venir y no dejar un poco de ti, y más difícil aun irte sin querer regresar.
Mientras, de dónde sea que seas, y dónde sea que estés, queda la posibilidad de evocar desde otras latitudes las puntas de donde se une el mundo.