Los humanos necesitamos consumir información igual que comida, nuestra necesidad de pertenencia y de encontrar el sentido de la vida afecta la forma en la que nos comportamos, dirige nuestras acciones, reacciones y decisiones, que varian dependiendo de las propuestas que nos presenta la situación y los posibles resultados que alcanzamos a comprender.
Para entender mejor las conductas y decisiones de las personas, Investigadores de Carnegie Mellon, desarrollan un modelo que pretende explicar, relacionar y predecir nuestro comportamiento; el cerebro es una máquina de “hacer sentido” y de nuestra necesidad de entender combinada con nuestra zona de confort, depende todo lo que hacemos y sentimos, incluida la información que buscamos y la que evitamos.