Con letras de oro incrustadas en el MURO DE HONOR del Salón de Plenos de la H. Cámara de Diputados, quedó grabada la inmortal frase del General Vicente Guerrero, “La patria es primero”.
A finales de 1819, la lucha insurgente por la Independencia de México parecía estar de picada, con muy pocas posibilidades de éxito, a pesar de los múltiples dolores de cabeza que Vicente Guerrero ocasionaba a las fuerzas realistas españolas.
Para acabar con la fuerte ola de rebelión, el virrey Juan Ruiz de Apodaca, ofrece el indulto a todos los que se encontraban levantados en armas, y aunque algunos accedieron, Vicente Guerrero no cedió y continuó en la batalla. Fue entonces que Don Pedro Guerrero, padre del General, es enviado por el virrey para convencerle que aceptara el trato, pero las suplicas del padre no convencieron al hijo, el cual, dirigiéndose a los presentes exclamó: “Señores, este es mi padre que ha venido a ofrecerme el perdón de los españoles y un trabajo como general español, yo siempre lo he respetado, pero la Patria es Primero”. Y fue así, gracias a la negativa del general ante su padre, entre muchas otras cosas, que México consiguió su nacimiento como nación independiente.
Amable lector: el amor a la Patria es mucho más que un valor cívico; es sentirse orgulloso de su historia, sus tradiciones, sus instituciones, su idioma, sus símbolos; es agradecer el haber nacido en suelo libre y soberano; es el cumplimiento de la ley; es colaborar con la sociedad en busca del bien común, es el respeto a la naturaleza y a algunas cosas más. Cuando se respeta y se cuida lo que se tiene, se demuestra el amor.
Cada administración nos permite observar el lugar que la patria guarda en las prioridades de quienes gobiernan, y hemos podido constatar que desde hace mucho, pero mucho tiempo, la patria ya no es primero. En estos tiempos, es prácticamente imposible encontrarnos con otro Vicente Guerrero dispuesto a renunciar a todo por el bien de su pueblo.
El amor a la patria es un sentimiento que de a poco se ha ido perdiendo, se ha convertido en moneda de cambio en casi todas las esferas, pero en donde más se nota, es en el ámbito político, porque es justamente ahí en donde más duele.
Si quienes gobiernan o pretenden gobernar, estuvieran verdaderamente comprometidos con su patria como para situarla en primer lugar, no serían tan indiferentes ante lo que sucede. Un verdadero patriota no puede sentarse a contemplar cómo se hunde su país sin hacer nada al respecto.
La gran mayoría nos quejamos de lo que pasa; observamos los errores y las deficiencias, pero, ¿Qué es lo que aportamos? El amor a la patria es asunto de todos, se manifiesta a través de los valores que como ciudadanos sensatos transmitimos: trabajo, conducta, modales, respeto a las normas y costumbres, pero debemos aceptar que de nada sirve tener una actitud recta cuando se transgrede con la trampa, el abuso y la flojera.
Si cada uno de nosotros, como padres, como maestros, como profesionistas, o sencillamente como lo que somos, nos fijamos la meta de incluir en los proyectos de vida de las nuevas generaciones el rescate del orgullo de ser mexicano, habremos cumplido de manera extraordinaria nuestro compromiso patriótico de convertir a México en un mejor país.
“Las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra”. (abc color).