Tijuana, B. C.- Luego de un breve receso con motivo de las festividades propias de todo fin de año, ya estamos de regreso con ánimo renovado y deseando que 2018 sea un muy provechoso ciclo para todos nosotros.
En medio de una acalorada conversación sobre las circunstancias político-electorales que prevalecen en la actualidad, tanto a nivel local como nacional, a fin de ilustrar mi postura puse sobre la mesa una comparativa metafórica que ahora comparto con ustedes a través de este espacio. De acuerdo estipulado en el artículo 9º, fracción I, de la Ley de Puertos vigente, los puertos y terminales se clasifican por su navegación en de altura y de cabotaje. El primero de ellos, se encuentra en condiciones de recibir embarcaciones de gran calado, ya sea de procedencia nacional o internacional. Por su parte, los puertos de cabotaje refieren a las instalaciones portuarias que reciben naves que se dedican al traslado nacional de pasajeros o carga y navegan relativamente cerca de la costa.
Pues bien, atendiendo esta premisa se deduce que esta misma clasificación resulta aplicable a la actividad política en nuestro país: política de altura (de gran calado) y de cabotaje (navegando cerca de la costa, por sí acaso deben sujetarse de la orilla). Como aportación personal, considero que sería bueno adoptar un tercer concepto que se define per sé: política de sabotaje.
Definido por el Diccionario de la Lengua Española como la “oposición u obstrucción disimulada contra proyectos, órdenes, decisiones, ideas, etc.”, el sabotaje es una práctica a la cual muchos actores políticos recurren muy frecuentemente hoy en día, ya sea con la finalidad de lograr sus propósitos o impedir los de otros. Así, la política mexicana contribuye a la decepción generalizada de la sociedad
Estoy cierto que parte de la agilidad para jugar una partida de ajedrez reside en conocer a la perfección cuáles son las funciones y alcances de cada una de las piezas: peones, torres, caballos, alfiles, reyes, blancos y negros, todos tienen características y capacidades bien definidas. Desafortunadamente en el tablero de la política, particularmente la bajacaliforniana, los peones aspiran a hacer las veces de alfiles mientras estos pretenden ser monarcas sin corona. La ausencia de méritos, preparación y talento provocan una ruptura en el orden bajo el cual ha sido diseñado este milenario juego de mesa, corrompiendo el su objetivo: dar jaque mate al otro rey.
En otro orden de ideas, esta semana llovió en Tijuana provocando encharcamientos y deslaves, nada nuevo pues cada año es lo mismo. Así ha sido durante cada administración pública a la cual, por cierto, responsabilizamos por no limpiar lo que nosotros, los ciudadanos, ensuciamos. El agua saca a flote la irresponsabilidad de nuestra basura, la débil o casi nula educación que mostramos al no conservar limpia y en orden nuestra ciudad. La factura será la misma cada temporada de lluvias mientras continuemos repartiendo culpas en lugar de hacer propia una actitud proactiva, honesta y corresponsable.
PS.- “El rey ha muerto, ¡que viva el rey!”.
El autor es maestrando en Comunicación Política.