Tijuana, B. C., 4 de mayo de 2018.- Esta semana retomamos las actividades, luego de unos días dedicados al descanso. Recapitulando lo ocurrido durante el primer debate presidencial, coincido con quienes aseguran que los presidenciables se midieron frente a su competencia. Algo que en la fiesta brava se conoce como el “primer tercio”, el cual sirve para medir las condiciones del astado.
Ya veremos cómo les va a los candidatos con el “tercio de banderillas”, el domingo 20 de mayo en la UABC; de lo que estoy seguro es que, si se quieren posicionar, el segundo y tercer lugar deben apoyarse bien de sus subalternos para hacer lucir su faena y emocionar al público.
Tal vez fue en razón de ello que Pepe Toño se inclinó por los ajustes en su equipo, es de sabios cambiar de opinión y Meade lo hizo a tiempo, rayando en el límite pero sin rebasarlo. Difiero de quienes aseguran que se trata de una medida correctiva pues será de mejora.
Imposible perderse al señor López en “Tercer Grado”, admito que la experiencia de vivir por más de 12 años en campaña le trajo mínimas mejorías: no deja que se desborden sus pasiones, aunque tampoco las controla; habla más fluido, menos en el debate porque allí no quería exhibirse mucho; además, aprendió que la simulación es importante y decidió entrar al juego de las formas con sonrisas, bromas y disculpas, aunque su lenguaje no verbal siempre lo delata.
Sin embargo, estoy muy preocupado por quienes en su desesperanza, confían en que un solo hombre –léase AMLO– salvará a más de 120 millones de mexicanos. Me alarma creer que la irrealidad que pregona el señor López sea escuchada como el canto de las sirenas, máxime cuando aspiramos a vivir en el primer mundo, el cual no nos ofrece un candidato con pensamiento de tercera, quien –según sus propias expresiones– aplicará medidas económicas proteccionistas y de cerrazón política.
Sé que la experiencia le ha sentado bien al tabasqueño pero me escandaliza pensar que los años lo han alcanzado. Me refiero a su filosofía de eximir las culpas de quienes pecaron pero se arrepienten, cual Mesías a sus feligreses; qué decir de su propuesta de trabajar 16 horas, ¿qué será de los funcionarios con doble turno y la mitad de salario?
Otro de los puntos que atraen poderosamente mi atención, es que el señor López admitió de Benito Juárez que “…su único cuestionamiento, a pesar de que las circunstancias lo demandaban, es que demostró apego al poder…”, enseguida expresó su categórico rechazo al Porfiriato. Lo irónico es que Juárez y Díaz formaron los regímenes más personalistas de México. Una idea retrograda pero no resulta ajena al señor López, así ha actuado con su partido, con su campaña y lo haría en su gobierno. México no necesita caudillos, requiere de modernización política, algo que AMLO no solo desconoce, sino que desdeña.
Post Scriptum.- “La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad”: Nicolás Maquiavelo.